jueves, 23 de enero de 2014

KILÓMETROS POR VIDAS

Hay historias reales que parecen salidas de la mente de un brillante guionista. Como suele decirse, la realidad, a menudo, supera la ficción. Cuando descubro vidas como la que protagoniza esta entrada, me pregunto porqué se invierten tantos millones de dólares o euros en guiones tan pobres que dan lugar a películas tan flojas, cuando hay biografías tan apasionantes que darían para un taquillazo a la altura de El Pianista, La lista de Schindler o La vida es bella.

Gino Bartali fue un ciclista italiano que entre los años 1935 y 1954 (con el parón obvio de la Segunda Guerra Mundial) dominó las grandes vueltas. Consiguió ganar 2 Giros de Italia y 2 Tours de Francia, convirtiéndose en un ídolo para la Italia de Mussolini.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Bartali ya era un ídolo con un Giro y un Tour en su haber, pero fue en esos oscuros años donde consiguió sus más valiosos triunfos. Mientras el Partido Nacional Fascista de Mussolini lo tenía como un símbolo, él se dedicó durante los años de la guerra a hacer de correo para salvar la vida de 800 judios italianos que estaban en el punto de mira de los alemanes y cuyo destino hubieran sido los hornos crematorios si no hubiera sido por el valor silencioso de Bartali.


Bartali transportaba documentación y pasaportes falsos en el cuadro de su bicicleta durante lo que parecían meros entrenamientos. Dicha documentación era falsificada por una red clandestina liderada por Giorgio Nissim desde algunos monasterios y conventos de la zona de la Toscana y Umbría. En su ropa de entrenamiento llevaba su nombre escrito, eso hacía que los soldados italianos lo saludaran efusivamente en sus “entrenamientos” e incluso le pararan para pedirle autógrafos sin sospechar que esos kilómetros que acumulaba en sus piernas salvaban la vida de muchas personas. Era el correo perfecto.

Cuando la guerra terminó, sacó partido a esos entrenamientos y volvió a ganar, con 32 y 34 años respectivamente, otro Giro y otro Tour.

Una vez se retiró, pasó casi 50 años teniendo que escuchar que había sido el corredor de los fascistas, a pesar de ello siempre guardó silencio y su secreto se fue con él a la tumba en el año 2000. No fue hasta el 2003 en el que los hijos de Nissim encontraron por casualidad un diario en donde se descubrió que la grandeza de Bartali iba mucho más allá de sus triunfos como ciclista.

Guionistas del mundo, aquí hay una gran historia que contar.

P.D.: Justo antes de publicar este post, tratando de documentarme algo más, he descubierto que existe una TV movie italiana del año 2006 titulada "L´intramontabile" que cuenta la vida de Bartali. Será cuestión de intentar conseguirla.


Joel Reyes


viernes, 17 de enero de 2014

WITH A LITTLE HELP FROM MY FRIENDS

A estas alturas de la película, “Eléctrico” es un hecho casi tangible. El disco lleva una semana en fábrica y si todo va bien, la semana que viene lo tendré en mis manos listo para que pase a las vuestras.

Cuando se me ocurrió esta nueva aventura el planteamiento era el de hacer un disco rápido y sin artificios, algo sencillo que reflejara la esencia de las canciones tal y como os las mostraré, apenas una guitarra y una voz.

Mi complicidad con Miguel (Zanón) es cada vez mayor y el trabajo en el estudio ha sido intuitivo y fluido. Miguel ha vuelto a hacer de las suyas y si bien nos hemos liado algo más de lo que pensábamos en un principio, hemos conseguido mantener ese espíritu de calidez y sencillez que buscábamos.

Escucho el disco y me siento muy orgulloso del resultado, aunque, claro, ¿cómo no va a estar un padre orgulloso de su hijo recién nacido?.


Pero lo más bonito de este disco, sin duda, ha sido el encontrarme con un montón de artistas y músicos a los que admiro y respeto, que me han dado lo mejor de si mismos con tan solo habérselo propuesto. Ha sido todo un lujo y un aprendizaje que viene a decirme que algo debo estar haciendo bien en mi vida y en mi profesión.

Este trabajo ha sido posible gracias y sobretodo a Miguel, Monty y Alex (Larraga), los cuales han realizado la mayor parte de la grabación en sus respectivos estudios para que luego Miguel diera forma y coherencia a todo al mando de la producción.

He tenido la suerte y el lujo de contar con cuatro colaboraciones vocales que me emocionan y que son un regalo para mi. Alfa, un tipo del que me declaro fan y admirador, puso su voz arenosa y con sabor a humo en “Es lo que hay”, Fran Fernández me demostró que es de los mejores en lo suyo y ha convertido “Me dejaré llevar” en uno de los momentos más emocionantes del disco. Carlos Vudú dejó su impronta en “La reina del baile” e impregnó el tema con ese sonido blues rock gracias a las guitarras de Monty y al piano de Lucas Albaladejo, tremendo pianista murciano miembro del Clan Jukebox, la banda de Carlos.

Y dejo para el final a la dama: Sus Reche plasmó en el estudio lo que tantas veces hicimos en directo, colocando “Si supieras” en el lugar que le pertenece.

“Si supieras” ha sido el tema más mimado del disco, a parte de Sus, ha contado con la colaboración de 4 músicos con mayúsculas: 3 compañeros de mil batallas del Tarragona Sound: Nito Caparrós a la guitarra española, Salva Granadero al cajón y la garrafa de agua (si, como lo lees) y Pepe Sáez al bajo fretless. Amir John Haddad, multi instrumentista de world music reconocido a nivel mundial cerró el círculo grabando un magnífico buzuki griego que completó un tema que se ha convertido en una obra maestra gracias a la unión de tanto talento.

Por último he tenido la suerte de contar con la ayuda del gran Mario Raya, otro musicazo con muchísimas cosas que decir como músico y compositor, que se marcó una mandolina en el tema que abre el disco, “Universos paralelos” que acabó de dar color y belleza a uno de mis favoritos de “Eléctrico”.

The Beatles decían: “lo intentaré con un poco de ayuda de mis amigos”. Yo digo: “lo he hecho gracias a la gran ayuda de mis amigos”.

Gracias infinitas a todos por vuestro tiempo y vuestro talento.

Somos música y ella hablará por nosotros.

Joel Reyes

viernes, 3 de enero de 2014

FRIVOLIDAD Y TRASCENDENCIA

Tal vez sea cierto que el ser humano necesita ser aleccionado, tener a alguien que le diga lo que tiene que hacer porque pensar y decidir por uno mismo es un trabajo que no todos estamos dispuestos a hacer, pues implica tomar decisiones y la decisión lleva intrínseco el error. Que decida otro por nosotros y poder echarle la culpa a los demás si algo sale mal es algo muy nuestro. Lo que tendría que ocurrir durante todos los días del año, y por extensión, todos los de nuestra vida ocurre, como por arte de magia, sólo en las fechas en las que nos aleccionan para “el recogimiento y la reflexión”.

Si nos preguntaran por el sentido de la vida, la mayoría de nosotros responderíamos que aquello a lo que aspiramos es a ese concepto tan abstracto que es la felicidad. Pero la felicidad no es algo tangible, sino un estado de ánimo. Si ahondáramos más en la pregunta e intentáramos llegar un poco más lejos, creo que nos encontraríamos ante bastantes bloqueos mentales. Lo que nos hace felices es esa búsqueda en la que, aquellos que no nos conformamos con lo que nos cuentan que da la felicidad, empleamos la mayor parte de nuestra vida.
El otro día vi la nueva película de Paolo Sorrentino, director (entre otras) de “Un lugar donde quedarse”, una bonita película protagonizada por Sean Penn (gran interpretación) que habla de las heridas que no cicatrizan y la búsqueda de los orígenes. Su nueva obra se titula “La gran belleza”, otro ejercicio filosófico y estético en el que se habla de la frivolidad como forma de vida, de lo mundano como anestésico contra lo importante, de la dictadura de la belleza y la notoriedad, de la soledad, el vacío y la crueldad del paso del tiempo. Una película que te mantiene con una media sonrisa lacónica, pues te enfrenta a un espejo en el que todos tememos mirarnos desde la ironía y los contrastes.


Si en algo nos iguala la vida es en el hecho de que el tiempo pasa para todos y ese tiempo nos lleva a lugares comunes. Da igual la calidad de vida, el estatus social… las querencias, cuando te abraza la soledad, son muy parecidas. Dicen que las penas con pan son menos, es cierto, pero cuando se va “el hambre”, la pena se queda.

Más pronto que tarde uno aprende (o no), que la felicidad está asociada a la trascendencia. El ser humano quiere dejar huella, ser recordado, y esa trascendencia pasa por ser querido y valorado por las personas que nos son importantes, todo lo demás es efímero y pasajero. Lo material, el envoltorio, desaparece, el bagaje emocional que dejamos cuando nos vamos es lo único que importa. Hay quien se ampara en lo material y/o profesional, pues esconde muchas miserias de cara a la galería, pero es lo personal lo que marca la diferencia para los que te quieren.

Apenas hace un mes que nuestro amigo Paquito nos dejó. Aún nadie hemos conseguido encontrarle sentido a su muerte, más allá de darnos cuenta de lo valiosa que era su presencia para mucha gente, de lo mucho que se le quería y lo mucho que se le echa de menos y es ahí donde radica el sentido de su vida, todo el amor que dio y recibió, toda la amistad que regaló, todos los recuerdos que dejó a los que tuvimos la suerte de conocerle. Ese es el valor de una vida, ni más, ni menos, el resto es sólo humo y fuegos de artificio.
Joel Reyes