lunes, 29 de junio de 2015

JUEGO DE TRONOS

Los que me conocéis sabéis de mi afición (por no llamarlo adicción, que suena peor) a las series.

Llevo unas semanas en las que empecé (de nuevo) a ver “Juego de Tronos”. Mi cabeza vive en este mundo de día y se traslada a la edad media por las noches. Soy músico de versiones en chiringuitos y terrazas de la costa tarraconense, pero cuando llego a casa y me retiro a mis aposentos, me imagino trovador en los 7 reinos.

Sé que no soy muy original en la analogía, puesto que los medios de comunicación y algún político con coleta ya ha tirado de este recurso, pero es inevitable ver como la vida, la política y los estados se rigen por las mismas normas entonces y ahora.
Ver a diario como nos manipulan medios de comunicación, políticos de unas y otras tendencias, tertulianos, etc., me lleva a ver que poco hemos evolucionado a la hora de tomar las riendas de nuestras vidas.

El miedo sigue siendo el argumento esgrimido por todos. Siempre es el miedo. El miedo a perder. “Cuidado con estos”, “pobre de ti como votes a aquellos”, “que viene el coco”… miedo, miedo y más miedo.

Las luchas de poder se suceden en todos los estamentos. Sigue mandando el de siempre. El vil metal y el poder asociado a él. El fin siempre es el mismo: el control, el poder. En el nombre de dios, de los hombres, de la salvación o de lo que sea. El fin siempre es y será el mismo: Poder y control.


Saben que nos necesitan. En “Juego de Tronos” para construir ejércitos que mueran por sus causas y sus ambiciones, en nuestros días para mantener la maquinaria de “su” sistema, es decir, sus causas y sus ambiciones. Somos peones necesarios, sin valor para ellos más allá de nuestra utilidad. Seguimos rogando por las migajas, humillándonos y dando las gracias por poder participar de su juego. Y aún hay quien se cree que controla su vida.

Estamos asistiendo a los cambios que las últimas elecciones municipales nos han traído. Estamos asistiendo a las luchas de poder, a los medios de comunicación intentando desprestigiar a las nuevas caras, a los temores, a los que se aferran al poder a cualquier precio, a los que no saben gestionarlo. Los Lanister y los Stark y todas las familias satélite que les ayudan en sus afrentas (¿os suena?).

Y nosotros aquí, en el papel estelar de invitados de piedra en una fiesta de la que disfrutan otros.

Ayer, en uno de los episodios y tras la celebración de un banquete del rey, la reina gritaba: “El rey, en su bondad infinita, ha decidido dar las sobras de este banquete a los más necesitados” y todos aplaudían semejante gesto. Pues eso. Traedlo a estos tiempos y veréis como apenas si notáis la diferencia. Y no estoy hablando del rey.

Y mientras tanto, a este lado del muro, seguimos pidiendo permiso para vivir.

Winter is coming.


Joel Reyes