lunes, 24 de agosto de 2015

NOS ENGAÑAN

Si, caer en la conspiranoia en los tiempos que corren es bastante sencillo, lo reconozco y acepto, pero negar que nos engañan y que hacen con nosotros lo que quieren o prácticamente, es estar completamente ciego o no querer ver lo obvio. Que los medios de comunicación nos manipulan es algo que está ahí, a la vista de todos. Solo es necesario leer cualquier noticia en varios medios de comunicación y averiguar cual es la tendencia y los intereses políticos del medio en cuestión.

Por no hablar de la deshumanización que el mal uso de ciertas tecnologías está provocando en todos nosotros, pero ese es otro tema.

Que son los poderes fácticos y económicos los que dictan nuestros preceptos diarios es otra obviedad. Que la publicidad nos dice lo que tenemos que comprar para ser más “tal o cual cosa” está también ahí, en nuestras cajas tontas a diario.

¿Recordáis cuando, hace ya una buena pila de años, se recomendaba una tendencia natural hacia la energía solar y autoabastecimiento en pos de una forma más limpia de energía? Pues bien, las leyes de nuestro últimos gobiernos han ido “capando” esa tendencia hasta dificultar tremendamente el autoabastecimiento energético a través de placas solares. ¿A alguien le extraña cuando la mayoría de nuestros mandatarios y ministros acaban siendo consejeros de las empresas eléctricas que manejan el cotarro?, ¿hay que explicarlo más?.


Lo mismo ocurre con los pesticidas de uso agrícola, el control de alimentación de los animales que luego comemos y todo lo relacionado con las químicas y las farmacias. En cuando alguien da la voz de alarma de que “tal o cual” producto no es beneficioso para nuestra salud, aparece un estudio “serio” del cual se omite que está financiado por esas mismas empresas que se sitúan en el punto de mira en el que se nos dice que nuestra salud está totalmente a salvo. Nosotros hacemos ver que nos lo creemos y seguimos como si tal cosa.

Asistimos a guerras creadas en despachos en las que el aliado y el enemigo han sido armados y creados por las mismas fuerzas que luego van a defendernos del mal. ¿Ejemplos?, ¿es necesario?.

Cualquier alternativa a todo lo que maneja la rueda económica del sistema es silenciada a la espera de que su uso sea inevitable. De pronto nos dicen que ha llegado el momento de cambiar para proteger el planeta, y todos tan contentos. Recuerdo que hace muchísimos años que se descubrieron energías alternativas para mover la poderosísima industria automovilística y aquí seguimos, alimentando nuestros vehículos con energías fósiles que, no hace falta recordar, son las que mueven el mapa geopolítico y bélico mundial. Pero no os preocupéis, ya está más cerca el día en que nos dirán que el petróleo es lo peor y que debemos cambiar todos nuestros coches por decreto ley para contaminar menos (no os preocupéis, aún quedan unos cuantos años y unas cuantas guerras que librar para ello).

Podría seguir con miles de ejemplos, pero por hoy ya está bien. La información está ahí, la desinformación también.

¿Conspiranóico? Pues si, oiga. Tal vez no sea todo una caza de brujas, pero como dicen los gallegos, “haberlas haylas”, y están por todas partes.

Ale, ya me he quedado a gusto. Que tengáis una buena semana.


Joel Reyes

sábado, 1 de agosto de 2015

REVOLUTIONARY ROAD

Ayer, ya que que la lluvia no dio tregua y tuvimos que suspender el concierto, aproveché para disfrutar de una tranquila noche de peli y sofá mientras una tormenta eléctrica impresionante y una lluvia rabiosa descargaban en Reus.

Recordé una película que en su día me marcó y quise volver a verla. Hay mensajes tan rotundos que no está de más recordarlos de vez en cuando, aunque sean demoledores: REVOLUTIONARY ROAD.

La película está ambientada en los EEUU de los años 50, lo cual es importante para entender algunos de los planteamientos de la película. Pero creo que lo más interesante de ella es la esencia del mensaje que se transmite.

Los “protas” son Winslet y Di Caprio, es decir, el tándem de la edulcorada Titanic. Están tremendos los dos. O eso me parece a mi, que no soy crítico de cine y lo vivo según mi gusto y opinión.


La cinta nos habla de una pareja de clase media americana, joven, apuesta y con sueños y ambiciones. La vida y el paso del tiempo, o mejor, esa vida que se supone les hará feliz, empieza a pasarles factura y empiezan a recordar quienes fueron y donde están. Aún están a tiempo de cambiar cosas, pero hace falta quererlas cambiar de verdad.

A todo esto están sus amigos. Otras parejas similares que han decidido aceptar la situación y dejar pasar el tiempo de su vida “irremediablemente vacía”. Cuando la pareja protagonista decide dar un paso en pos de un cambio, todos temen. Se dan cuenta de que hay alternativas y ellos no son capaces de dar ese paso. Temen comprobar que no están en lo cierto, que su elección no es la mejor, la buena.

Las dudas se ciernen sobre todos. El miedo a comprobar que los sueños, a veces, pueden hacerse realidad, o al menos, que vale la pena ir a por ellos hace que muchos estén esperando el fracaso de los que arriesgan. “Solo los que arriesgan pueden ganar, pero si no se arriesga, no se fracasa” se dice en un momento de la película. Éxito y fracaso. Dos grandísimos mentirosos.

Hay un personaje, el hijo con problemas mentales de una de las parejas, que tiene uno de los diálogos más brillantes de la película. Es como esa voz interior que todos tenemos y que nos negamos a escuchar, esa voz que nos dice las verdades que no queremos oír, las verdades que tumban las estructuras que mantienen en pie el mundo que creemos que queremos.

Una película para reflexionar mucho acerca del lugar donde estamos y el lugar donde queremos estar. No hay que quedarse con las formas, sino con el fondo. Una película demoledora y llena de realidad, y, aunque nadie o casi nadie querrá verse reflejado en ninguna de los personajes, todos tenemos algo, nos guste o no, de alguno de ellos.

100% recomendable.


Joel Reyes