miércoles, 20 de julio de 2016

MIEDO Y ASCO EN LAS REDES

Últimamente, leer la prensa diaria se ha convertido en un ejercicio de alto riesgo, casi tanto como abrir tu página de Facebook.

Mira que intento morderme la lengua y no meterme en jardines, pero me cuesta mucho leyendo lo que leo.

Afortunadamente y atendiendo a lo que dicen los entendidos en redes, en la sociedad de Twitter, todo lo que pase de los 140 caracteres empieza a ser susceptible de no ser leído, eso me quita muchas posibilidades de que alguien lea mis pajas mentales ya que me enrollo como una persiana y siempre me extiendo más de lo necesario.

La verdad es que no sé ni por donde empezar. Tengo la extraña sensación de que estamos en caída libre y que es difícil frenar la debacle en la que estamos inmersos. Siempre me he considerado, por encima de todo, humanista. No creo en este sistema, injusto y que aboca al desequilibrio social y económico, pero creo en el ser humano, en el individuo, en la buena gente y en su capacidad para cambiar las cosas. Repito una y otra vez las palabras de Gandhi que, para mi, son como una especie de mantra que no quiero olvidar: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.

Pero leo, leo a diario y esa frase adquiere otra dimensión. Veo el mundo y su autodestrucción y luego leo la de odio y cerrazón, la de intolerancia que campa a sus anchas por la red, la de gente insultando, lanzando a los cuatro vientos su rabia y su frustración, deseando el mal ajeno y entonces entiendo porqué el mundo se encuentra en el punto en el que nos encontramos ahora. Muchos individuos están siendo el reflejo de ese cambio, a peor.

Leo insultos a unos y otros por definirse de una u otra forma. Se puede estar de acuerdo con algo o no y está bien manifestarlo, pero desde el respeto. ¿Cómo podremos exigirlo si no lo damos? Y añadiré más, coherencia… nos falta mucha coherencia en nuestras vidas.

Despotricamos de nuestra clase política y su incapacidad para entenderse… ¿acaso demostramos más capacidad que ellos en los debates en los bares o la red? Pa mi que no.

El señor Mas que hace unos meses se alzaba como el Mesías de la causa catalanista apoya al PP y se queda tan ancho. ¿Le tacharán de traidor?, ¿españolista?, ¿vendido?. Mientras, arden las redes por la españolidad de Puyol o la catalanidad de Piqué, razones de estado para insultar e indignarse. ¿Qué pasa ahora con Mas y su cruzada?. Pues pasará lo de siempre. Ellos (todos) seguirán manejando su negocio y cambiando de acera las veces que sean necesarias para proteger el "cortijo" mientras nosotros nos partimos la cara por las migajas y por defender nuestros ideales, que, por supuesto, son los “correctos”, y así con todo.



Somos capaces de montar un movimiento para defender al pobre futbolista que cobra tropecientos millones de euros y le han pillado en un renuncio (siempre y cuando sea de nuestro equipo, sino, a la hoguera con él), pero nos resignamos ante el saco roto en el que se ha convertido la política española.

¿Que pillan al ministro del interior intentando “empurar” a políticos catalanes? Pues se le manda de embajador al Vaticano, como castigo, con dos cojones.

Siento decir que cada día creo más que tenemos lo que nos merecemos. Nos hemos acostumbrado a que nos la claven y ya ni nos duele.

Aquí el que más y el que menos sabe quienes son los reyes y reinas de la prensa del corazón, los futbolistas que lo petan, pero que poquitos estamos pendientes de los que deciden nuestro futuro, manejan nuestras vidas y nos condenan a un futuro incierto mientras les reímos las gracias y aplaudimos al final del show, y no, no son los que copan las portadas de los diarios.

Mientras tengamos un poco de opio que llevarnos a la boca…


Joel Reyes

martes, 12 de julio de 2016

DE TOROS Y ANIMALES

Ni siquiera me he atrevido a mirar la fecha de la última entrada que escribí en mi blog, solo sé que hace mucho, mucho tiempo que no escribo.

Tengo amigos que dicen que tal vez el mundo no necesite que sigamos escribiendo canciones o soltando nuestras opiniones por esto de la red, y está claro que seguramente es así. Nada se para porque callemos, ni siquiera porque desaparezcamos, física o metafóricamente.

Vivimos en un nuevo escenario desde hace tiempo. El escenario en el que todo el mundo puede opinar y mostrar sus opiniones al mundo (lo necesite este o no), eso facilita dos cosas: descubrir personas y cabezas maravillosas con pensamientos igual de maravillosos y otras cabezas que podrían dedicar su tiempo y esa cabeza a pensar las cosas un poco antes de soltarlas al mundo.



Vivimos en la sociedad del enfrentamiento, de la división, da igual el motivo, lo importante es estar dividido, y, no solo eso, el creer que estamos en el lado de la razón y lo razonable.

Cuando no es la política es el futbol, cuando no es la muerte de un torero, el caso es sacar a relucir toda la rabia y frustración que llevamos dentro sin pensar demasiado lo que se dice, lo importante es desear el mal ajeno y no aprender nada de las lecciones que nos da el mundo a diario. Decir lo diferentes que somos de “los que se equivocan” y lo acertados que estamos en nuestras elecciones.

No seré yo el que dé consejos a nadie, que bastante tengo con buscar mi equilibrio, pero me he dado cuenta que aquí en cuanto opinas de algo, por muy razonable y educado que intentes ser, te cae una somanta de hostias y te quedas con ellas, las merezcas o no, porque siempre hay algún “erudito” que ha llegado para aleccionarte y enseñarte unas cuantas cosas. Eso por no hablar de las puñaladas por la espalda, la sonrisa de frente y la crítica descarnada en cuanto te giras, incluso de los de “tu bando”.

Ya con las elecciones se ha visto que nuestra capacidad de autocrítica está a la altura de la gestión que nuestros políticos hacen de nuestros votos. Los malos son los demás, nosotros lo hacemos todo bien y chinpún.

Luego está el futbol. Buf, que pereza. Sigue siendo el opio del pueblo… el opio y la pólvora para tener una excusa y explotar a gusto. Nos quejamos de que nos roban los políticos (sobretodo los que no son cercanos a nuestra ideología), pero si quién defrauda es un futbolista de nuestro equipo lo defendemos, o si es un artista que nos mola, o un actor que nos cae bien… en fin… toda esta sinrazón se resume en una frase que he oído muchas veces a lo largo de mi vida… “si tienen que robar, mejor que roben los nuestros”,  los nuestros, si.



Y luego están los que para denunciar la barbarie se convierten en los más bárbaros del mundo, encontrando respuesta en eso de “el fin justifica los medios”. ¿Sabéis? Hace tiempo Hitler utilizó ese mismo argumento para defender su “causa”. La red está llena de “nazis” disfrazados de progres, liberales y modernos tolerantes.

Se dice que el refranero popular es sabio y en muchas ocasiones así es, lo de “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”. Leo tantas barbaridades a diario y tanto listo desaprovechado que este post podría ser infinito.

Nos reímos de la muerte de un matador de toros (estoy radicalmente en contra de las corridas y de cualquier tipo de maltrato animal, pero eso no justifica las salvajadas que se han dicho estos días) mientras leemos nuestro Twitter en las fiestas de San Fermín y nos comemos una hamburguesa de McDonalds. El mismo partido que prohíbe las corridas en Barcelona apoya “correbous” en el sur de Tarragona apelando a la tradiciones de esta tierra… como diría un “Millenial”… WTF!!!. Aquí, el que más y el que menos, andamos muy justitos de coherencia.

http://www.lavanguardia.com/local/tarragona/20160502/401510029469/agresion-dos-animalistas-correbou-mas-de-barberans.html

Que cada cual sepa el camino que escoge. Yo solo sé que si queremos mejorar algo tenemos que buscar puntos en común, respetar la diferencia y aprender a ser y dejar ser, no sólo a pedirlo para nosotros cuando nos interesa, sino también a darlo. Ya sabéis eso de “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.

Por encima de derechos, sentido común, libertad de expresión y demás debe primar una sola palabra: RESPETO. Si no eres capaz de darlo, no podrás exigirlo.

Y de respeto y educación andamos muy justitos en este país, lo llames como lo llames y hables de lo que hables.


Joel Reyes