Últimamente me sorprendo a mi mismo con pensamientos del
estilo “en mis tiempos…”. Eso denota que me hago mayor y que empiezo a tener
perspectiva de ciertas cosas debido a que el tiempo me ha hecho vivirlas de
forma diferente.
El domingo pasado toqué en un apartahotel repleto de
ingleses. Cuando ya estaba recogiendo para marcharme (pasaban unos minutos de
las 12 de la noche) pude ver a cinco adolescentes, tres chicas y dos chicos de
edades comprendidas entre los 14 y los 18 que compartían espacio en diversos
sofás y sillones de la amplia recepción del lugar. El silencio era absoluto.
Ninguno se miraba, ni se dirigía la palabra, los cinco estaba con la mirada en
sus respectivas pantallas de móvil/tablet/ordenador y ni rastro de cualquier
tipo de interacción real. Supongo que interactuaban de forma virtual con otros
semejantes. En mi tiempos (sí, lo he dicho) cruzábamos miradas, nos poníamos
nerviosos porque no éramos capaces de decirle nada a la chica que nos gustaba,
etc, etc, etc, eso si, hacíamos mucho más ruido cuando nos juntábamos unos
cuantos, en eso hemos mejorado, nos hemos vuelto más silenciosos y dóciles (ironía).
Leía un artículo ayer que decía que la dependencia que
teníamos con nuestros dispositivos inteligentes (lo de inteligentes cada vez lo
entiendo más, puesto que nos dominan), había eliminado la desconexión en
vacaciones. La mayoría de la gente ya no sabemos disfrutar del aquí y ahora y
mucho menos desconectar de nuestros quehaceres o problemas diarios. Ahora te
los llevas de vacaciones, no solo en la cabeza, también enganchados a tu
terminal.
Supongo que el reto o lo Trending Topic debería ser ahora la
desconexión, lo moderno debería ser volver a las andadas, a salir por ahí así,
a pecho descubierto, sin móvil ni na,
que te tengan que dejar mensajes en el contestador o llamar al timbre del telefonillo.
Ahora la gente llega tarde porque está hablando por whasapp con la gente con la
que ha quedado. No es broma.
Luego está el uso que hacemos de las redes. Cada vez estamos
más desinformados porque tanta información y nuestra incapacidad para comprobar
nada de lo que leemos nos hace compartir verdaderas barbaridades por la red.
Empiezo a estar cansado de encontrarme con videos de maltrato animal o humano
que en ocasiones te joden el día o te ponen un mal cuerpo del que cuesta
recuperarse. No digo que la red no sea un lugar para denunciar abusos, lo es y
para ello debe utilizarse, pero compartir videos salvajes de maltrato animal
con la excusa de difundirlos para encontrar a los salvajes que han realizado
tal o cual barbaridad me parece un poco “inocente” o, directamente, un ejercicio morboso y estéril.
Muchos de los videos que circulan sobre maltrato animal son
videos antiguos, de procedencia desconocida, de países muy alejados del nuestro
y que llevan años apareciendo y desapareciendo de la red. Hay muchas noticias,
de todos los ámbitos, que se venden como recientes y en los últimos 10 años han
aparecido de forma recurrente en los medios de comunicación y, como dato, hay páginas que, bajo la bandera de la solidaridad y la denuncia, hacen un lucrativo negocio de ello. Algunos de esos vídeos cuesta
menos de 30 segundos averiguar que son antiguas y recurrentes noticias. Internet es lo que
tiene, para bien y para mal.
Por no hablar de los que se aburren mucho y opinan de cualquier cosas para crear polémica y discutir con quién sea sin tener ni
puñetera idea de lo que hablan y sin que les haya pedido opinión. O las noticias
que afectan a multimillonarios o famosos de esos que despiertan tanto odio como
admiración y que si bien hacen que muchos se relaman ante la carne fresca, no
son más que invenciones ávidas de “clicks”, “me gusta” y “compartir” para llenar
las arcas de algún avispado internauta. Internet es una gran negocio y
nosotros, con nuestra dejadez y avidez de carnaza lo alimentamos día a día. Cada uno de nuestros "clicks" hace un poco más rico a alguien.
El abuelo se calla por hoy. Me voy a mirar obras.
Joel Reyes