Vivimos en la era de la anécdota, la fotografía impactante,
la noticia “trending topic”. Nos revolvemos y movilizamos a la voz de un click.
Los medios de información se alimentan del morbo y dan prioridad a las noticias
más comentadas por encima de las más importantes. Son los nuevos tiempos. Las
noticias virales son mucho más rentables que las más trascendentales.
Una cruel zancadilla puede convertirnos en héroes y cambiar
el curso de nuestros días. Una foto en la orilla de una playa nos convierte en
símbolos. Cada día hay miles de noticias que nos remueven, sin embargo tan solo
unas pocas trascienden a golpe de “Me gusta” o de “Compartir”.
Esto hace que muchos aprovechen para desvirtuar los mensajes
que subyacen bajo el sensacionalismo.
Con la polémica, repetida año tras año, espero que por poco
tiempo, del Toro de la Vega, hay quien aprovecha para decir que hay que
defender más a las personas y no tanto a los animales. Creo, personalmente, que
quien defiende la abolición de dicha “tradición” también defiende a las
personas, defiende la evolución, la lógica, la racionalidad, el futuro de los niños de ese
lugar, defiende una forma de ver la vida más respetuosa con su entorno,
defiende un cambio de perspectiva, de horizonte. Quien se remueve al ver la
foto de Aylan no lo hace solo por ese niño. Ese niño representa la crueldad de
los conflictos, la soledad de las personas que tienen que huir de su país por
razones totalmente ajenas a sus vidas, un país, que no hace tanto, fuimos
nosotros.
Ante eso, llueven las opiniones de que en este país hay
gente en condiciones calamitosas que no reciben tanta atención de los medios o
ayuda del gobierno: CIERTO. Pero no podemos caer en ese reduccionismo.
No debemos hacer oídos sordos a lo que ocurre. Ni aquí ni
fuera. Aquí la gente se moviliza por los desahucios, por personas con nombre y
apellidos en situaciones límite. Se moviliza por el maltrato de género, por el
paro, por la desigualdad, por los derechos de los menos favorecidos. El
problema tal vez sea que está todo tan jodido que no damos abasto a tanta
injusticia.
Cada cual tiene una boca y, por lo tanto, una opinión,
también un culo y, por lo tanto, su propia mierda (perdón por lo
escatológico). Cada cual puede indignarse o no por lo que quiera o simplemente
mirarse el ombligo y seguir con el “ande yo caliente…” como eslogan. Es una
opción, aunque, cómo he tratado de decir, todos estamos expuestos a ser esa
anécdota compartida en Facebook, esa foto, ese “trending topic” que arrasa en
las redes, ese símbolo o ese impacto.
Hay mucha gente que cuando le recriminas que tiren un papel
al suelo, en la ciudad, el bosque o la playa, argumentan eso de “pero si está
todo lleno de mierda”. Pues eso. Un papel menos, un muerto menos, un desahucio
menos, un parado menos… cualquier cambio, por pequeño que sea, puede ser el
principio de un cambio mayor.
Termino con una cita de Einstein que ya he utilizado en
otras ocasiones:
“Loco es el que intenta obtener resultados diferentes
haciendo lo mismo”
Joel Reyes