Hoy es el día después. Como casi siempre, todos han ganado.
Como casi siempre, nadie, o casi nadie, ha perdido. Pero algo ha cambiado.
El ser humano, por lo general, tiene pánico al cambio. Nos
aferramos a “lo malo conocido” antes que arriesgarnos a cambiar, a probar
nuevas posibilidades, nuevas formas de hacer. Creemos sentirnos más seguros en
terreno conocido, pero no es más que otro engaño de la mente, otra falsa
sensación de que tenemos el control.
Como Einstein decía: “Loco es aquel que, haciendo siempre lo
mismo, espera resultados distintos”, y en esas llevamos en este país desde que
entramos en nuestra era “democrática”. Una democracia que entró en nuestras
vidas dubitativa y frágil, que creció con cierta mala salud de hierro para
luego convertirse en el engendro ante el que hemos estado a punto de sucumbir.
Debemos aceptar en todos los ámbitos de nuestra vida que
solo el cambio es constante y que solo cambiando podemos evolucionar, llegar
más lejos, aprender y ampliar nuestras miras. Tal vez a algunos ya les esté
bien así, a muchos otros no, y me da, que somos más.
Vivimos en un mundo dual, siempre lo digo: cielo/infierno,
Madrid/Barça, Coca-Cola/Pepsi, buenos/malos, blanco/negro, PP/PSOE… y así con
todo, cuando el mundo es una paleta llena de colores, de posibilidades, de
alternativas a cual más enriquecedora.
Pero parece que ayer algo empezó a cambiar. Parece que, al
menos, una parte de la población ha empezado a despertar. Aquí no se trata de
ser de izquierdas o de derechas, se trata de sentido común, de abrir los ojos a
lo obvio, de honestidad, de raciocinio, en definitiva, de humanidad. He leído
estos días en Facebook que muchas personas decían que era la primera vez que
acudían a votar con ilusión, con la sensación de que su voto era útil e
importante, con la convicción de que era el momento en que las cosas podían
empezar a cambiar. Y parece que algo, un poquito, lo han hecho.
Soy catalán de nacimiento y madrileño de adopción, una mezcla explosiva, pero hoy, más que nunca, me siento orgulloso de mi doble condición y de que en ambos casos hallamos sido capaces de abrir una puerta hacia un futuro esperanzador. Ojalá este sea el principio de algo bien bonito.
Ahora toca esperar y confiar. Como decía el abuelo de Spider-man, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. No va a ser fácil, pero creo que estamos ante una grandísima oportunidad para empezar, lentamente, pero con paso firme, a cambiar las cosas. Empezar a deshacer todos los errores cometidos, recuperar la confianza en nuestros dirigentes, volver a creer en la honradez y en la voluntad de gobernar por y para los ciudadanos. Por un bienestar general. Seguirán habiendo desigualdades, por supuesto, el sistema se alimenta de ellas, pero confiemos en que no sean tan flagrantes e injustas.
Ahora toca esperar y confiar. Como decía el abuelo de Spider-man, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. No va a ser fácil, pero creo que estamos ante una grandísima oportunidad para empezar, lentamente, pero con paso firme, a cambiar las cosas. Empezar a deshacer todos los errores cometidos, recuperar la confianza en nuestros dirigentes, volver a creer en la honradez y en la voluntad de gobernar por y para los ciudadanos. Por un bienestar general. Seguirán habiendo desigualdades, por supuesto, el sistema se alimenta de ellas, pero confiemos en que no sean tan flagrantes e injustas.
Hoy puede ser el primer día de el resto de nuestras vidas.
Que nadie se confíe, que nadie deje de creer.
Joel Reyes