Ni
siquiera me he atrevido a mirar la fecha de la última entrada que escribí en mi
blog, solo sé que hace mucho, mucho tiempo que no escribo.
Tengo
amigos que dicen que tal vez el mundo no necesite que sigamos escribiendo
canciones o soltando nuestras opiniones por esto de la red, y está claro que
seguramente es así. Nada se para porque callemos, ni siquiera porque
desaparezcamos, física o metafóricamente.
Vivimos
en un nuevo escenario desde hace tiempo. El escenario en el que todo el mundo
puede opinar y mostrar sus opiniones al mundo (lo necesite este o no), eso
facilita dos cosas: descubrir personas y cabezas maravillosas con pensamientos
igual de maravillosos y otras cabezas que podrían dedicar su tiempo y esa
cabeza a pensar las cosas un poco antes de soltarlas al mundo.
Vivimos
en la sociedad del enfrentamiento, de la división, da igual el motivo, lo
importante es estar dividido, y, no solo eso, el creer que estamos en el lado
de la razón y lo razonable.
Cuando
no es la política es el futbol, cuando no es la muerte de un torero, el caso es
sacar a relucir toda la rabia y frustración que llevamos dentro sin pensar
demasiado lo que se dice, lo importante es desear el mal ajeno y no aprender
nada de las lecciones que nos da el mundo a diario. Decir lo diferentes que
somos de “los que se equivocan” y lo acertados que estamos en nuestras
elecciones.
No
seré yo el que dé consejos a nadie, que bastante tengo con buscar mi
equilibrio, pero me he dado cuenta que aquí en cuanto opinas de algo, por muy
razonable y educado que intentes ser, te cae una somanta de hostias y te quedas
con ellas, las merezcas o no, porque siempre hay algún “erudito” que ha llegado
para aleccionarte y enseñarte unas cuantas cosas. Eso por no hablar de las
puñaladas por la espalda, la sonrisa de frente y la crítica descarnada en
cuanto te giras, incluso de los de “tu bando”.
Ya
con las elecciones se ha visto que nuestra capacidad de autocrítica está a la
altura de la gestión que nuestros políticos hacen de nuestros votos. Los malos
son los demás, nosotros lo hacemos todo bien y chinpún.
Luego
está el futbol. Buf, que pereza. Sigue siendo el opio del pueblo… el opio y la
pólvora para tener una excusa y explotar a gusto. Nos quejamos de que nos roban
los políticos (sobretodo los que no son cercanos a nuestra ideología), pero si
quién defrauda es un futbolista de nuestro equipo lo defendemos, o si es un
artista que nos mola, o un actor que nos cae bien… en fin… toda esta sinrazón
se resume en una frase que he oído muchas veces a lo largo de mi vida… “si
tienen que robar, mejor que roben los nuestros”, los nuestros, si.
Y
luego están los que para denunciar la barbarie se convierten en los más
bárbaros del mundo, encontrando respuesta en eso de “el fin justifica los
medios”. ¿Sabéis? Hace tiempo Hitler utilizó ese mismo argumento para defender
su “causa”. La red está llena de “nazis” disfrazados de progres, liberales y
modernos tolerantes.
Se
dice que el refranero popular es sabio y en muchas ocasiones así es, lo de “ver
la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”. Leo tantas barbaridades a
diario y tanto listo desaprovechado que este post podría ser infinito.
Nos
reímos de la muerte de un matador de toros (estoy radicalmente en contra de las corridas y
de cualquier tipo de maltrato animal, pero eso no justifica las salvajadas que
se han dicho estos días) mientras leemos nuestro Twitter en las fiestas de San
Fermín y nos comemos una hamburguesa de McDonalds. El mismo partido que prohíbe
las corridas en Barcelona apoya “correbous” en el sur de Tarragona apelando a
la tradiciones de esta tierra… como diría un “Millenial”… WTF!!!. Aquí, el que
más y el que menos, andamos muy justitos de coherencia.
Que
cada cual sepa el camino que escoge. Yo solo sé que si queremos mejorar algo
tenemos que buscar puntos en común, respetar la diferencia y aprender a ser y
dejar ser, no sólo a pedirlo para nosotros cuando nos interesa, sino también a
darlo. Ya sabéis eso de “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.
Por
encima de derechos, sentido común, libertad de expresión y demás debe primar
una sola palabra: RESPETO. Si no eres capaz de darlo, no podrás exigirlo.
Y de
respeto y educación andamos muy justitos en este país, lo llames como lo
llames y hables de lo que hables.
Joel
Reyes
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