martes, 28 de mayo de 2013

TONTOS Y HOMOGÉNEOS (I)

Desde hace unas semanas he vuelto a establecer mi residencia en Madrid después de un año de idas y venidas entre nuestro periplo insular y la grabación de nuestro nuevo disco en tierras tarraconenses. Por diferentes motivos que no vienen al caso, no me apetecía volver a mi casa y decidí que era un buen momento para airearse y reencontrarme con Madrid en compañía.

He vuelto a vivir con mi amigo Alex, ya viví con él tres años en esta misma casa, y ambos me han vuelto a acoger con los brazos abiertos y el mismo espíritu de calma y búsqueda, de paz y bienestar.

Llevaba mucho tiempo viviendo solo y uno se acostumbra a ello, a gestionar sus manías y defectos de la mejor manera que sabe, puesto que no queda otra, pero me ha sorprendido la facilidad con la que me he adaptado de nuevo a compartir piso con alguien (habría que preguntar a Alex si le ha ocurrido lo mismo).

Convivir con Alex es un privilegio, una especie de Erasmus hacia un lugar donde aprendes algo nuevo cada día si sabes escuchar y observar. Alex es un conversador impresionante, una fuente de sabiduría, alguien dulce y amable que sin aspavientos te ofrece lo que tiene, pero también alguien divertido y sin complejos que sabe disfrutar de la vida y sus placeres. Soy un privilegiado, no dejo de repetírmelo, por infinidad de motivos, pero ahora añado el privilegio de volver a disfrutar de su compañía y de todo lo que ello conlleva.

 
Y, por cierto, antes de entrar en materia, Alex es un viajero impenitente y en el camino se ha convertido en un cocinero impresionante y yo en el conejillo de Indias más feliz del mundo. Aquí tenéis su blog de cocina asiática, donde, si sabéis buscar, encontrareis mucho más que platos maravillosos. Alex lo sazona todo con vida y sabiduría:


Ayer, mientras desayunábamos y leíamos la prensa del día, empezamos una conversación acerca de la ya casi oficial muerte de la cultura en este país. Alta Films, probablemente la más longeva e importante productora y distribuidora cinematográfica de este país, cierra sus puertas después de 40 años de actividad. El cine español agoniza en los platós y las salas y el número de espectadores no deja de descender.

La música sobrevive a duras penas gracias al directo para los más privilegiados, mientras el circuito más underground (el de verdad, no el super cool indie actual) agoniza debido al constante cierre de salas o a las mil trabas que ponen a todos aquellos que intentan apostar por las actuaciones en directo, por no hablar de la falta de legislación para “legalizar” nuestra actividad como músicos. La venta de discos es algo que pertenece al pasado y Spotify se ha convertido en nuestra discoteca virtual, tan cómoda como fría.

Lo del libro es sólo cuestión de tiempo. Las pequeñas librerías sobreviven con el agua al cuello. El e-book y la pérdida del escaso interés que, en general, tenemos por la lectura, sustituido por una absorción absoluta por parte de los smart phones (léase whasapp, videojuegos, etc.) e internet, nos está idiotizando más de lo que ya lo estábamos. El otro día me ocurrió algo muy significativo en el metro: en un vagón íbamos 12 personas, 9 de ellas estaban ocupadas con sus móviles, unos con el whasapp, otros con algún videojuego, nadie leía, nadie. Sí, todavía se lee en el metro, pero hemos perdido mucho terreno y muy rápidamente y mucho me temo que es este un camino sin retorno.

Si a eso añadimos la televisión que tenemos, la que consumimos, la nueva generación de “Hombres, mujeres y viceversa” y sus correspondientes “porteras”, esos elementos que ya podemos ver en cualquier ciudad, chicos y chicas ciclados y/u operados cuya única aspiración en la vida es convertirse en “famosos” a través de cualquier reality o de un braguetazo de los de toda la vida. ¿Quién necesita una mente amueblada si está como un queso? Pues eso. Que estamos construyendo un futuro muy negro, en el que la cultura, la educación y el respeto por el ser humano dará paso (o dará un paso más) al culto por lo superficial y aparente, a la ley de la juventud y la fuerza y a una sociedad cada vez más egoísta y ajena a los problemas de los demás.

Releo mi discurso y tal vez me esté haciendo viejo. Afortunadamente, de vez en cuando descubro gente muy joven que se sale de ese estereotipo y aporta una luz de esperanza, un giro en la tendencia. Sólo el tiempo dirá si esa generación cambiará algo o será la marabunta de la inercia, la homogeneización y la mediocridad, la que campe a sus anchas por nuestro futuro.  
 
Yo aún mantengo la esperanza en el individuo y en su capacidad de cambiar las cosas desde el cambio individual, eso sí, hay que darse prisa, ya llegamos tarde.
 
Joel Reyes
 
P.D.: Por cierto, aquí os dejo el link a un blog de una de esas luces a las que me refiero:
 
 
 

3 comentarios:

  1. El otro día en la terraza de un bar leía un libro mientras tomaba un café, entró una antigua compañera de trabajo y al verme dijo. "Mírala,si va de intelectual".
    Ese desafortunado comentario me causó una gran sensación de tristeza.Puesto a que supongo que si entre las manos hubiese sostenido un móvil en vez de un libro no le hubiese causado ninguna impresión.Me parece deplorable que por el simple echo de que alguien hoy en día pueda disfrutar de la lectura le tachen de "intelectual " a modo de ofensa o burla. Pero eso es lo que abunda. La televisión,las redes sociales, el consumismo, etc... nos han enseñado que es mucho mas sencillo ser un ignorante.

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  2. http://www.movilinvasion.es/2013/05/la-marea-verde-por-la-educacion-lanza-un-juego-reivindicativo-para-andoid/

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    1. Y para colmo las reformas educativas están aportando mucho a la causa :(

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