jueves, 8 de agosto de 2013

POLVO EN EL VIENTO

Seguro que todos, alguna vez, habéis dicho o escuchado eso de “tenemos una conversación pendiente” o “ya hablaremos cuando llegue el momento”. Todos, alguna vez, hemos dejado pasar ese momento, normalmente complicado o incómodo, en el que teníamos que afrontar una determinada conversación y coger “el toro por los cuernos”.

Sí partimos de la base de que lo único que permanece constante es el cambio, cosa en la que creo firmemente y a los hechos me remito, lo que hoy somos no es lo mismo que éramos ayer, y mucho menos parecido a lo que seremos en unas semanas, meses o años.


El sentido de una conversación radica en el momento en el que algo se nos ha removido por dentro hasta el punto de necesitar sacarlo, bajo unos parámetros emocionales, porque ese "cuando llegue el momento" suele ser sinónimo de "cuando ya no importe", y, una vez pasado el tiempo, muchas conversaciones carecen de sentido, o bien porque nuestros sentimientos al respecto han cambiado, aminorado, o desaparecido, o bien porque directamente, como dice el maestro Sabina, “no pido perdón, para qué si me va a perdonar porque ya no le importa”. Una conversación a destiempo, un perdón, una explicación, un motivo, pierden su valor si no son entregados en su momento adecuado. Han caducado. Por eso hay conversaciones pendientes que nunca se producirán y si llega el día en que ocurran serán meras aproximaciones emocionales a lo que pudieron ser porque los dos interlocutores no serán los mismos que en su día sintieron lo que fuera que sintieran.

Las explicaciones, disculpas, preguntas, respuestas, motivos… son como un zumo recién hecho, sólo conservan todas sus propiedades si se consumen de forma inmediata, después van perdiendo fuerza, hasta quedarse en meros sucedáneos de lo que un día fueron o supusieron para los afectados, porque, como dice otra gran canción, esta vez de Ángel Vargas, “todo pasa y todo se transforma”.
 
Por eso, si tienes una conversación pendiente, habla, pide perdón, explícate, da respuestas si así lo crees necesario, pero hazlo, mejor hoy que mañana, o como decían los Beatles, “Let it be” (déjalo estar), porque seguramente, pasado un tiempo ya no tendrá sentido remover nada, porque aquellas dos personas a las que dicho asunto afectaba, ya estarán en otro lugar, ni mejor ni peor, simplemente en otro lugar, y lo que fue tan importante y doloroso, seguramente ya habrá perdido su momento y su sentido, lo que necesitabas escuchar o decir ya no será más que polvo en el viento.

Joel Reyes

1 comentario:

  1. Preciosa entrada, sería mucho más sencillo si todos fuéramos capaces de enfrentarnos a esas situaciones que al fin y al cabo son sólo para entenderse, comunicarse...pero demasiadas veces me he cruzado con gente que les tiene verdadero pánico, a mi personalmente lo de no decir algo que tengo dentro me hacía verdadero daño pero con los años estoy aprendiendo a procesar las cosas de otra forma, relativizar puede ser maravilloso ;)
    besicos

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