martes, 18 de junio de 2013

UNA DE ESPÍAS

Reciéntemente se ha desvelado que el gobierno de EE.UU lleva tiempo “espiando” a sus ciudadanos, controlando sus movimientos telefónicos o a través de la red. Personalmente, la noticia apenas me ha arrancado una irónica sonrisa. Que nos sorprenda que los gobiernos de casi todos los países controlen a sus ciudadanos de una u otra manera es como sorprendernos ante un nuevo amanecer. Si además hablamos de los EE.UU y su política de justificarlo todo en el nombre de la seguridad del país, ya ni hablamos.

Internet y la tecnología en general, son lugares por donde creemos campar a nuestras anchas, pero hemos llegado tan lejos que ya no sabemos encontrar el camino de vuelta a casa. Nosotros estamos matando nuestras vidas privadas. Nosotros estamos jugando, queriéndolo o no, a controlar las vidas de otros.

Hoy en día, gracias a los teléfonos móviles, no coger una llamada es poco menos que una afrenta, estar localizable 24 horas al día es casi una obligación, y en muchos casos motivo de trifulca. Recordemos que, no hace tanto, apenas 15 años, los móviles eran un lujo al alcance de pocos.


Todos somos pequeños y truculentos espías. Internet nos abre las puertas a un mundo de espionaje y morbo escondidos tras la “privacidad” de nuestra pantalla. La televisión es otro método de espionaje pero sin ningún tipo de filtro: observar las vidas de los demás, sus trapos sucios y sus miserias es uno de los deportes nacionales, el espionaje legal y en abierto.

Si hablamos del correo electrónico, hay vidas en esos buzones virtuales, literalmente. Historias de todo tipo que se han desarrollado vía mail, donde antes había un montón de cartas amarillentas atadas con un lazo, ahora hay carpetas virtuales con millones de historias.

Facebook se ha convertido en el chivato oficial del reino. No puedes moverte sin que alguien te retrate, te etiquete, y tus movimientos queden expuestos a los ojos de cualquiera, quieras o no; “Ayer no veas que fiesta, ¿eh?”, “¿Cómo lo sabes?, “Facebook”. Por no hablar de las conversaciones por chat que indican si escribes desde casa o desde tu móvil; ¿de verdad es necesario ese dato? Sutil pero efectivo. La privacidad es la utopía de nuestro tiempo, y ya es difícil de mantener incluso dentro de nuestro hogar.

 

 
¿Y qué decir de nuestro inseparable Whasapp? eso de poder ver si alguien está en línea, si te ha leído, si te ha contestado o no, a qué hora se conectó por última vez, etc., da mucho juego para las mentes más impacientes y dadas a volar en la dirección inadecuada y todos mantenemos (o al menos yo) una relación de amor-odio con ese invento tan práctico como nocivo que se ha convertido en nuestro Gran Hermano de bolsillo.


Pedimos a gritos libertad mientras no dejamos de rodearnos de herramientas de control y vigilancia. Y sí, nosotros elegimos y es lo que CASI TODOS hemos elegido. Cuanto menos curioso.

Así pues, en un mundo lleno de pequeños espías ávidos de morbo y curiosidad, ¿quién puede sorprenderse de que el gran Godzilla del mundo occidental se entretenga espiando a sus ciudadanos en pos de su seguridad?

Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Joel Reyes

3 comentarios:

  1. Si se ha convertido en algo morboso es porque TODOS nosotros hemos querido. Además, incluso hay quienes se pasan un día entero sin whatsapp y creen no tener vida, como si la vida les fuera en ello...

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  2. Está claro, Sandra, que es NUESTRA elección, hay gente que vive sin ello y su vida social es TAN o MÁS rica que la de los que hemos caído en esta trampa consentida. El secreto está en crear una necesidad que no tenemos, una vez creada, es muy difícil renunciar a ella... pero no imposible. He oído decir que se han dado casos... ;). Gracias por los comentarios

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