Internet y la tecnología en
general, son lugares por donde creemos campar a nuestras anchas, pero hemos
llegado tan lejos que ya no sabemos encontrar el camino de vuelta a casa. Nosotros
estamos matando nuestras vidas privadas. Nosotros estamos jugando, queriéndolo
o no, a controlar las vidas de otros.
Hoy en día, gracias a los
teléfonos móviles, no coger una llamada es poco menos que una afrenta, estar
localizable 24 horas al día es casi una obligación, y en muchos casos motivo de
trifulca. Recordemos que, no hace tanto, apenas 15 años, los móviles eran un
lujo al alcance de pocos.
Todos somos pequeños y
truculentos espías. Internet nos abre las puertas a un mundo de espionaje y
morbo escondidos tras la “privacidad” de nuestra pantalla. La televisión es
otro método de espionaje pero sin ningún tipo de filtro: observar las vidas de
los demás, sus trapos sucios y sus miserias es uno de los deportes nacionales,
el espionaje legal y en abierto.
Si hablamos del correo
electrónico, hay vidas en esos buzones virtuales, literalmente. Historias de
todo tipo que se han desarrollado vía mail, donde antes había un montón de
cartas amarillentas atadas con un lazo, ahora hay carpetas virtuales con millones
de historias.
Facebook se ha convertido en el chivato oficial del reino. No puedes moverte sin que alguien te retrate, te etiquete, y tus movimientos queden expuestos a los ojos de cualquiera, quieras o no; “Ayer no veas que fiesta, ¿eh?”, “¿Cómo lo sabes?, “Facebook”. Por no hablar de las conversaciones por chat que indican si escribes desde casa o desde tu móvil; ¿de verdad es necesario ese dato? Sutil pero efectivo. La privacidad es la utopía de nuestro tiempo, y ya es difícil de mantener incluso dentro de nuestro hogar.
¿Y qué decir de nuestro
inseparable Whasapp? eso de poder ver si alguien está en
línea, si te ha leído, si te ha contestado o no, a qué hora se conectó por
última vez, etc., da mucho juego para las mentes más impacientes y dadas a volar
en la dirección inadecuada y todos mantenemos (o al menos yo) una relación de
amor-odio con ese invento tan práctico como nocivo que se ha convertido en
nuestro Gran Hermano de bolsillo.
Pedimos a gritos libertad mientras no dejamos de rodearnos de herramientas de control y vigilancia. Y sí, nosotros elegimos y es lo que CASI TODOS hemos elegido. Cuanto menos curioso.
Así pues, en un mundo lleno de
pequeños espías ávidos de morbo y curiosidad, ¿quién puede sorprenderse de que
el gran Godzilla del mundo occidental se entretenga espiando a sus ciudadanos
en pos de su seguridad?
Quien esté libre de pecado,
que tire la primera piedra.
Joel Reyes
Cierto cierto....
ResponderEliminarSi se ha convertido en algo morboso es porque TODOS nosotros hemos querido. Además, incluso hay quienes se pasan un día entero sin whatsapp y creen no tener vida, como si la vida les fuera en ello...
ResponderEliminarEstá claro, Sandra, que es NUESTRA elección, hay gente que vive sin ello y su vida social es TAN o MÁS rica que la de los que hemos caído en esta trampa consentida. El secreto está en crear una necesidad que no tenemos, una vez creada, es muy difícil renunciar a ella... pero no imposible. He oído decir que se han dado casos... ;). Gracias por los comentarios
ResponderEliminar