Todos tenemos sueños, anhelos, cosas que nos gustaría hacer,
probar, por el placer de sentir, descubrir, experimentar con algo que siempre
ha estado ahí. Pero no todos tenemos el arrojo de lanzarnos a por ello, de
lucharlo, de alejar cualquier “y si…” de nuestro horizonte. La vida se vive
mucho mejor sin “y sis”, sobre todo porque esos “y sis” suelen ser como un
boomerang que siempre regresa con más fuerza a nosotros. Es mejor probar y
saber, que pasarse la vida preguntándose qué hubiera ocurrido, porque hay cosas
que tal vez no puedan ser, pero hay muchas otras que están ahí esperando que
llamemos a su puerta.
Haz lo que temas, suelen decir. También dicen, hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. Si lo haces y sale mal, lo habrás hecho y eso ya es positivo en sí mismo. Fracasar es renunciar a algo por temor a que salga mal, lo otro es aprender, acertar, errar, lo que viene siendo vivir.
Solemos echar la culpa a los demás de muchas de nuestras
renuncias, pero olvidamos a menudo que una renuncia CASI SIEMPRE es
libre. Muchas renuncias son sacrificios, pero siempre hay un lado egoísta en
ellas, renunciamos a algo porque creemos que merece la pena, por conservar otro
algo (seguridad, relaciones, comodidad, etc.), para luego cargar las tintas
contra las personas o circunstancias. Evidentemente muchas veces las
circunstancias y ciertas personas influyen en nuestras consecuencias, pero
pocas veces nos solemos sincerar con nosotros mismos preguntándonos si hemos
dado lo mejor, si hemos creído de verdad, si hemos puesto todo nuestro empeño
en el intento, si es así y salió mal, podemos continuar el camino con la cabeza
bien alta.
Dar lo mejor no es garantía de éxito, pero nos asegura una buena dosis de paz y bienestar para con nosotros mismos, además de dejar nuestra mochila vacía de “y sis” y con espacio para todas las cosas buenas que la vida nos ofrece si estamos atentos y abiertos.
Joel Reyes
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