viernes, 20 de septiembre de 2013

UNA NOCHE DE ROCK´N´ROLL

Como he escrito recientemente, hay días en los que todo es sencillo y las piezas encajan. Cada cual lo podrá aplicar a una parcela de su vida. Yo tengo la suerte de haberlo vivido en un par de ocasiones en la última semana.  

Ayer volvió a ocurrir. Los días en Murcia acompañado de mis amigos Monty y Rocco han volado. Monty es una de esas personas a las que aprecio más de lo que le hago saber y Rocco es un perro muy especial. Ambos tienen una relación muy dificil de entender para la mayoría de los mortales, como Montí suele decir... "es más persona que muchas personas", y doy fe (un beso, Fueguito).



Como no podemos evitarlo, casi sin quererlo nos buscamos una noche de rocanrol, una llamada a Salvi, o tal vez dos, fueron suficientes para montar un concierto improvisado en "La otra casa" de Cartagena.


ESOS días, como ESAS noches, se ven venir. Dicen que dios los cría y ellos se juntan. En el rocanrol se suele decir que es el diablo. No he tratado con ninguno de los dos, creo, pero hay algo de cierto en ambas afirmaciones. Carlos Vudú solo necesitó un soplido en la oreja para subirse al carro de lo que prometía ser una noche de música y momentazos.

Era la una del mediodía de ayer cuando Carlos aterrizaba en casa de Monti, nos pilló con las manos en la masa acabando de maquetar una de esas canciones que vienen con un pan debajo del brazo de serie: "Eléctrico". Pronto os contaré novedades al respecto.

Unas cervezas dieron paso a las guitarras, y esas guitarras al fluir. En apenas dos horas montamos un repertorio abierto e improvisado. Un asado de pescado Made in Montí dió paso a una siesta que precedería a una gran noche.

Al caer el sol, como tres soldados valerosos, emprendimos viaje a Cartagena a hacer lo que más nos gusta hacer. Fue un concierto de los que no se preparan ni se olvidan. "La otra casa" no se llama así por casualidad. Su gente es gente de la buena, de los que siempre están y nunca defraudan. Ya tenemos buenos amigos por allí, en especial Ana y Manuel, que siempre 
nos regalan su presencia y sus palabras bonitas llenas de afecto de corazón (¡Felicidades Ana!).



Tras unas canciones en solitario, que disfruté como un niño pequeño, llegaba el turno de empezar a jugar con mis amigos. El primero fue Monti, que siempre me demuestra algo que nunca ha necesitado demostrar. Es de las mejores personas que me he cruzado en mi vida y un guitarrista como la copa de un pino. Por sus venas corre el rock y la música y es de esas personas que me da que han llegado a mi vida para quedarse por siempre (Te quiero, hermano).

Luego llegó mister Vudú y la cosa se puso seria. Nos regaló unos cuantos temas de lo que pronto será su nuevo trabajo y demostró que es un clase A y un gran compositor en estado de gracia. "Uno de los nuestros" y "Agua turbia" lo demuestran.

Cuando ya llevábamos tres cuartos de concierto regados con momentazos, llegó el momento que yo esperaba. Los tres en el escenario. Fue un regalo, al menos para mi. "El límite", de La frontera, abría la veda. La siguieron un "Personal Jesus" fronterizo y con sabor a humo y cantina y cerró el set un "Mueve tus caderas" de Burning que gocé como pocas veces. 

Pero fue el bis la guinda del pastel. Compartir "Flor de bar" y "Cartas marcadas" (temazo de Vudú), con Carlos y Monti sólo puede explicarse para los que lo vieron. Que gozada. Reservamos para el final una versión del "Don´t let me down" de The Beatles que dejó las cosas en su sitio. Me hubiera gustado ser público de ese momento, pero hice algo mejor, lo viví.


Hoy toca regresar a Madrid con un universo abierto frente a mis ojos, con todo un mundo de posibilidades en mi horizonte, feliz, con el alma llena por mi vida, mis amigos y mi profesión.

Gracias.

Joel Reyes

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