viernes, 15 de noviembre de 2013

EL ROTO

El otro día escribía en mi Facebook:  “No hay ruido más atronador, ni verdad más absoluta que el silencio”.

En estos tiempos estar callado es un acto de complicidad. El temor a perder las migajas es la peor de las actitudes puesto que legitima la postura de los que nos "gobiernan" y nuestra posición. Dicen que quién calla otorga, no siempre es así, pero en este caso, no puedo estar más de acuerdo.
Afortunadamente siempre hay voces discordantes que desde la inteligencia y el bofetón silencioso nos dan una bocanada de realidad y crudeza sin paños calientes.


Muchas veces he dicho que la síntesis no es mi fuerte. Por eso admiro tanto al hombre que inspira esta entrada. El Roto, o lo que es lo mismo, Andrés Rábago. El ilustrador de El País que cada día nos sacude con una sola frase, a veces sin siquiera eso, sólo una imagen, acerada, afilada, concisa, cruda. Admiro profundamente su forma de decir tanto con tan poco. De resumir el sentimiento de miles, millones de personas en menos de diez palabras.

Hoy El País le dedica un artículo debido al lanzamiento de un libro que aglutina sus viñetas. “A cada uno lo suyo” (gran título).

Cómo ya he dicho en muchas ocasiones, vivimos demasiados escudados tras el “¿qué puedo hacer yo?”. Si el más largo de los caminos empieza con un solo paso, una masa empieza con un individuo. El trabajo de El Roto me parece inspirador, rotundo, genial. Una sacudida diaria a nuestra conciencia y nuestra apatía.

Cada día es más flagrante como nos toman el pelo, de una forma cada vez más literal. Las ruedas de prensa de “nuestros” políticos. Las últimas sentencias, que no hace falta mencionar, vuelven a poner a las claras que ya ni disimulan, antes escogían una cabeza de turco para acallar el clamor popular, ya ni eso. Van a saco.
Siempre he estado total y radicalmente en contra de cualquier acto violento para conseguir un cambio. El otro día, un amigo me decía que el agua sólo puede pasar del estado líquido al sólido, no hay punto intermedio, salvo ese cambio violento, o al gaseoso por ebullición, por acción del fuego. Somos agua en un 75%, tal vez, pues, nuestra condición de cambio esté abocada al límite, a la ruptura. Tal vez estemos abocados a un cambio violento visto en donde caen nuestras protestas, en el cubo de “su basura”.


Cansa hablar, gritar, protestar, leer la prensa, ver los informativos, salir a la calle, escuchar los discursos repetitivos e inocuos en los bares, las excusas…  y que nada cambie, o si lo hace, sea a peor. Cansa ver cómo nos utilizan los de uno y otro lado, cansa ver lo que cuesta conseguir algo a las buenas y como todo el mundo entiende rápido a las malas. Cansa. Cansa. Cansa.

Joel Reyes

No hay comentarios:

Publicar un comentario