«Apostaría a que si un ciudadano medio de Atenas del año 1000
antes de Cristo apareciera de repente entre nosotros, sería uno de los más
brillantes e intelectualmente inquietos de nuestros colegas y compañeros, con
una buena memoria, muchas ideas y una visión lúcida de cuestiones importantes.
Además, creo que sería uno de los más estables emocionalmente de nuestros
amigos y colegas. Ampliaría esta apuesta a los antiguos pobladores de África,
Asia, India y América de entre hace 6.000 y 2.000 años. El fundamento de mi
apuesta son los avances en genética, antropología y neurología que predicen que
nuestras habilidades intelectuales y emocionales son genéricamente
sorprendentemente frágiles».
El autor del párrafo anterior es Gerald Crabtree, director del Laboratorio de Genética de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Crabtree plantea que estamos perdiendo habilidades emocionales e intelectuales desde hace milenios o, dicho de otra manera, que somos cada vez menos inteligentes.
El autor del párrafo anterior es Gerald Crabtree, director del Laboratorio de Genética de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Crabtree plantea que estamos perdiendo habilidades emocionales e intelectuales desde hace milenios o, dicho de otra manera, que somos cada vez menos inteligentes.
Crabtree
apoya la teoría de que nuestro mayor desarrollo intelectual se dio hace entre
50.000 y 500.000 años, cuando nuestros ancestros vivían todavía en pequeños
grupos nómadas en África. En un mundo en el que dependíamos de la caza y la
recolección, la inteligencia y la creatividad eran clave para la supervivencia
y la enorme presión ambiental hacía que sobrevivieran únicamente los mejor
dotados. No había lugar para los intelectualmente débiles. La implantación de
la agricultura hizo que los hombres empezaran a vivir en grupos más grandes que
protegían a los más débiles. Esa tendencia ha proseguido desde entonces
haciendo que la información genética se haya ido empobreciendo y de esta forma
debilitando la especie.
El
resultado, según estos estudios, es un descenso en los últimos 125 años, de
casi 14 puntos en el coeficiente intelectual medio de la población, lo cual
repercute en inteligencia, productividad y creatividad.
Todos estos datos que pueden resultar farragosos y aburridos sólo vienen a
analizar algo que cae del lado de la lógica. Los evolución de la especie y los
avances tecnológicos han hecho que nuestra esperanza y calidad de vida mejoren,
pero a la vez, nos han hecho más débiles, menos adaptativos y, sobretodo, más
cómodos. Es fácil deducir que si bien la mayoría de nuestros antepasados no
tuvieron el acceso a la cultura que hoy tenemos (y que tan poco utilizamos),
eran mucho más adaptativos al medio, más creativos, más resolutivos. Más
capaces a la hora de solucionar problemas y sobrevivir, básicamente porque no
les quedaba otra para salir adelante. Nuestros
antepasados no tenían calculadoras, ni ordenadores, el conocimiento se adquiría
por medio de la escritura, la lectura (en el caso de los más privilegiados) o,
en la inmensa mayoría de los casos por transmisión oral. La vida era mucho
menos sedentaria y casi todo requería un esfuerzo físico mayor.
La
curiosidad y la inquietud dan paso a la comodidad y el conformismo. La
necesidad da lugar a la inventiva y desarrolla la imaginación. Quien tiene todo
a un click no necesita más que saber hacer click.
(continuará)
Joel
Reyes
Bueno, eso es lo que hace la comodidad, no?... "La precariedad agudiza en ingenio"... será por algo! :*
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