viernes, 19 de julio de 2013

INVOLUCIONANDO (II)

Y qué decir de la “evolución” de nuestra alimentación, aunque parezca que no está conectado con lo dicho en la primera parte de esta entrada, parece ser que sí, que inteligencia y alimentación van ligadas. Ayer un amigo me decía que un nutricionista le había dicho que para comer bien, lo primero es renunciar a lo “empaquetado”.

Investigadores de la Universidad de Los Angeles (UCLA) en California, alimentaron a dos grupos de ratas con una solución líquida de almíbar de maíz rico en fructosa -un ingrediente común en las comidas procesadas y las bebidas refrescantes- y agua corriente durante seis semanas. A uno de los grupos de ratas se le dio como suplemento, además, ácidos ricos en grasas omega 3 que estimulan el cerebro, en forma de ácido docosahexanoico (DHA) y aceite de linaza, y al otro grupo de ratas no.

Antes de que comenzase la dieta rica en bebidas azucaradas, las ratas habían sido sometidas a una sesión de entrenamiento de cinco días en un complejo laberinto. Y se les volvió a plantear el mismo desafió después de haber sido alimentadas con la solución azucarada para ver cómo les iba.

“Los animales que no recibieron DHA eran más lentos y sus cerebros mostraron un descenso en la actividad sináptica” , afirma Fernando Gómez-Pinilla, profesor de neurocirugía de la Escuela de Medicina de UCLA. “Sus células cerebrales tenían problemas enviándose señales, lo que alteró la capacidad de las ratas para pensar claramente y recordar la ruta que habían aprendido seis semanas antes” .



Una observación más profunda de los cerebros de las ratas reveló que aquellos que no recibieron los suplementos de DHA también dieron signos de desarrollar resistencia a la insulina, una hormona que controla el azúcar en la sangre y regula funciones cerebrales. “Debido a que la insulina puede penetrar la barrera sanguínea del cerebro, la hormona puede dar señales a las neuronas para provocar reacciones, que alteran el aprendizaje y pueden causar pérdida de la memoria”, explicó Gómez-Pinilla.

En otras palabras, tomar demasiada fructosa podría interferir la capacidad de la insulina para regular cómo las células usan y acumulan azúcar, lo que es necesario para procesar los pensamientos y las emociones.
 
Como siempre digo no se trata de creer o no, se trata se investigar, indagar en diferentes corrientes de opinión para, finalmente, sacar nuestras propios conclusiones desde el conocimiento de causa y no desde lo que más nos interesa creer para mantener a salvo nuestro castillo de naipes, y a partir de ahí, que cada cual decida.

Joel Reyes

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