“La soledad y la responsabilidad son el
contrapeso inevitable de la libertad. Así que ya no sirve el "Enrique,
¿puedo ir al baño?, ni el "¿tú crees que debo presentarme a subir
nota?", ni nada parecido. Sus padres les acompañarán más tiempo, por
fortuna, quizá toda la vida, pero también va a llegar el momento donde les va a
tocar a ustedes mismos darse permiso para ir al baño o negárselo, y decidir
miles de cosas más, mucho más importantes que venir a subir nota o no.
Y para hacerlo bien, me parece absolutamente
necesario saber qué es lo que uno desea para sí mismo. Y no me refiero sólo a
una elección profesional, que la felicidad está en la fontanería lo mismo que
en la medicina y hasta en la docencia, porque de hecho no está en ninguna de
las tres. Cuando digo proyectar o soñar, no me refiero a escoger una ocupación
remunerada, una profesión o un trabajo, sino fundamentalmente a decidir quién
quieren ustedes ser. O sea, cómo quieren ustedes afrontar el fracaso, la
soledad, el matrimonio y la tortura en cárceles cubanas. Qué opinan, qué les
hace sentir y cómo se posicionan ante la muerte de las ballenas, Belén Esteban,
la familia, el amor, la tercera edad, la política, la fe, la pareja, la
homosexualidad, la muerte, el tabaquismo, los coches de motor eléctrico o la
maternidad. Eso es lo que tienen ustedes que ir decidiendo, para poder
formularlo como un proyecto en cuanto puedan (ya saben: "jugamos a que yo
era..."), de modo que su vida se parezca a los que ustedes decidan que
sea, y no a lo que a los demás, por mucho que les queramos, nos gustaría que
fuera. No vaya a ser que cumplan 70 años, se miren al espejo y descubran que
han estado haciendo el ridículo, ojo.
Así que la tesis principal que defiendo (y
sí, lo digo por ayudar en el comentario de texto) es que el lenguaje es la
capacidad humana que nos abre a la utopía, y que ésta es necesaria para la
felicidad y la independencia. Sin utopía, la vida se queda en
"mañana" y poco más, que es lo que le pasa al mono, pobre. Y en la
inercia del "sólo existe mañana" lo más fácil es que nos lleve la
corriente. Cervantes, que era el más listo, lo sabía, y Don Quijote no hace
otra cosa en las mil páginas del libro que no conformarse con lo que hay y
nombrar una y otra vez "su" mundo hasta hacerlo mejor: tú eres
Dulcinea, tú, Rocinante y tú, la princesa Micomicona. Y si Cervantes, manco,
enfermo, desengañado y con 60 años sabía esto en 1605, sin Internet ni nada, y
lo proponía como única manera digna y libre de vivir, qué no podrán ustedes
hacer con todos los días de su futuro, siendo como son la promoción de 2010,
nada menos, y con apenas 18 años cumplidos y la vida entera por delante. Al
final lloro, vamos...
Por mi parte, sólo espero que lo que han
aprendido en estos años de pupitre con nosotros les sirva para proyectar su
vida libre y consecuentemente; con ambición, con inteligencia y sin renuncias
excesivas, y para ser conscientes de la responsabilidad que tienen de desear y
nombrar algo bueno para su propio futuro, que es todo lo que pensamos exigirles
a cambio del tiempo, el cariño, la paciencia y la ilusión invertidos en estos
años. Ojalá entre sus proyectos esté también el de no olvidarse de nosotros por
el momento, pero no por lealtad, sino sobre todo por el cariño sincero, y el de
hacer hoy un buen comentario de texto.
Para ello, y para todo lo demás, os deseo
con un abrazo la mejor de las suertes”.
Enrique Díaz-Berrio Casado
Al final del examen, rezaba una nota final:
"Recuerde: no fume. Ríase con frecuencia,
especialmente de usted mismo, al menos una vez por semana. Disfrute de las
cosas sencillas. Intente comprender a los demás y ponerse en su punto de vista.
No sea rencoroso y esfuércese por entender la complejidad del mundo. No sufra
más de lo necesario, y evite torturarse si algo sale mal. Haga lo posible por
hacer las cosas según cree usted que deben hacerse, y no se pliegue a las
órdenes del primero que venga gritando. Tenga a bien venir a visitarnos de vez
en cuando. Tres faltas de ortografía descuentan un punto, así que
cuidadito."
Sin conocerle, admiro a este
hombre. Nada que añadir.
Joel Reyes
Lo he leído y tengo que decirlo, Enrique fue mi profesor durante dos años, Solo dos años, y puedo decir que he conocido a poca gente tan grande como él. Su pasión por la vida y sobre todo por lo que hacía (aunque la mala ostia que se gastaba la mitad de los días también era parte de él) han hecho de este hombre para mucha gente, un ejemplo de como ser feliz en esta vida. Se necesita más gente con esta forma de ver el mundo y capaz de convertir simples clases de literatura y sintaxis, en carcajadas y recuerdos que son difíciles de olvidar. Gracias por hacerme recordar.
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