Están a punto de cumplirse las primeras 48 horas desde que
se lanzó la campaña de crowfunding de “El fuego amigo”.
Como ya he dicho, ni en mis sueños más húmedos me imaginaba
un arranque como el que viví. Juro que llegué a emocionarme al ver que cuando
apenas llevábamos una hora de campaña se habían alcanzado los 680 euros. No
esperaba tanto calor, tanta expectación y tanto cariño hacia mi y mis
canciones. No me cansaré de repetir que, aunque la música es un bálsamo en si
mismo y me ayuda a sanar y drenar dolores, no tendría mucho sentido si no fuera
por lo que esas canciones provocan en vosotros, si algunos de vosotros no las
hicierais vuestras no seguirían manando de mi cabeza y mi corazón.
Ahora toca disfrutar de todo este proceso que está
resultando más emocionante de lo que imaginé. Es un subidón de energía para
empezar la grabación y una motivación extra para afrontar el millón de horas
que nos quedan para que muy pronto podáis escuchar lo que llevamos entre manos.
Aquí empieza el cuaderno de viaje de “El fuego amigo”.
“EL FUEGO AMIGO”: Cuaderno de viaje (Capítulo 1)
Dicen
que la gran mayoría de las enfermedades que afectan al ser humano del siglo XXI
son sicosomáticas. Que nuestra mente poco menos que las provoca en nuestro
cuerpo. Yo estoy afectado muy gravemente y me temo que de forma crónica por una:
La música.
Hace
ya más de 20 años que acarreo los síntomas, si bien, con el paso del tiempo
estos se hacen más notorios hasta condicionar todos los días de mi vida. Esa
extraña enfermedad se ha ido apoderando de mi hasta llenarlo todo, hasta conseguir
que no sepa discernir dónde acabo yo y dónde empieza ella.
Hace
ya unos meses (enero ´14) que vió la luz “Eléctrico”, mi primer disco en
solitario. Cuando empiezo a escribir estas líneas recién hemos estrenado el
verano. La gira de “Eléctrico” da sus últimos coletazos y a mis espaldas quedan
casi 50 conciertos por gran parte de la península.
Mi
enfermedad avanza y yo no hago nada por frenarla. Aún inmerso en la gira de
“Eléctrico” la idea de mi próximo trabajo empezó a rondar mi cabeza. Me siento
en ebullición y mi cabeza no deja de generar ideas. Necesito sacarlas e ir en
busca de las siguientes.
Cada
vez me vuelvo más exigente conmigo mismo y con mi trabajo, y “Eléctrico” se ha
convertido en un listón del que no quiero bajar. El trabajo con Miguel (Zanón),
me ha hecho dar un paso en mi trabajo como compositor y ponerme las pilas con
la guitarra para explorar nuevos caminos y salir de mi zona de confort. Pero
ese es un camino de no retorno que complica mucho más las cosas.
Hace menos de dos meses tuve la idea de enfrentarme a la
posibilidad de hacer un disco conceptual. La situación que vivimos y la eterna
sensación de que nos han abducido con sus cantos de sirena y sus promesas de
alcanzar la “tierra prometida” para volvernos ciegos a la realidad, como si
viviéramos en un eterno estado de himnosis, olvidando la esencia de quienes
somos y de lo que un día fuimos o quisimos ser, me llevó a esa paranoia.
En apenas 15 días “vomité” más de 10 ideas que giraban en
torno a dos mundos imaginarios sobre los cuales giraría todo: Oniria e
Hymnopia. El mundo de los sueños y de nuestro yo ideal, el mundo donde habita
nuestra esencia esa que se diluye en cuanto nos exiliamos a ese otro mundo de “lo
que debemos ser”, de la madurez mal entendida, Hymnopia, un lugar en el que el
individuo deja lugar a la apariencia y el posicionamiento social, en el que nos
dirigen bajo la bandera de la libertad y el poder de decisión sobre las
premisas que ellos dictan.
Y hasta aquí, el primer capítulo. Permanezcan atentos a sus
pantallas.
Joel Reyes
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