viernes, 16 de diciembre de 2016

BACK TO ROAD

Estamos de nuevo en Asturias. Había ganas de volver. Evidentemente, para seguir viendo crecer el disco y las canciones, pero también para disfrutar de la buena gente que nos acompaña en nuestros momentos de relax.

Miranda es un lugar acogedor, repleto de personas cálidas dispuestas a entablar conversación e intercambiar vida y experiencias. Echábamos de menos las cañas en El Patio de Ana y la sonrisas que nos regala la gente al compás de “estáis con Miguel, no?”.

Debemos tener cara de músicos o simplemente de no ser del lugar, pero todo el mundo nos sitúa en los Estudios ACME. Y ahí es donde ayer transcurrió la mayoría de la jornada.

No voy a negar que el proceso está resultando tan emocionante como estresante. Un disco es una constante toma de decisiones, decisiones que quedarán impregnadas de por vida en esta grabación, y que no siempre son gratas. Cada cual tiene una cabeza y una forma de entender las cosas y no siempre se coincide. Un disco es un cúmulo de pruebas acierto-error y, como me gusta decir, el fruto de un momento concreto. Un mes antes o un mes después, con unas u otras personas, el resultado sería diferente, ni mejor ni peor, simplemente diferente.

Y me centro. Que ya sabéis de mi propensión a divagar.

Ayer le tocaba salir a jugar a Álex. Empezamos a atacar las primeras teclas del disco. Es un lujo poder grabar con pianos auténticos de los años en los que se han grabado algunos de los discos más grandes de la historia del rock. “Respira” y “En mis zapatos” ya tienen sus Wurlitzer grabados. Sonidazo y belleza la de este piano eléctrico mítico en las manos de mister Larraga.


Para “Crucifíquenme” escogimos el mítico Fender Rhodes, con su particular sonido. En “Crucifíquenme” estamos buscando la máxima sutileza en todos sus elementos y de momento estamos consiguiendo mantener ese aire minimalista.

Decidimos dar una tregua a Álex y atacar algunas guitarras que nos rondaban en la cabeza. “Big Bang” es un tema que está adquiriendo un aire guitarrero y tribal que nos recuerda al Neil Young más eléctrico. Por primera vez me enfrenté a la grabación de una guitarra eléctrica rítmica en un disco. Hay que lanzarse a la piscina y probar cosas nuevas. Fue una gozada grabar con el ampli atronando y un sonidazo brutal.


 He podido ver a Miguel Herrero, el productor de este trabajo, tocando la batería, el bajo y los vientos a un nivel al alcance de pocos. Ayer volvió a sorprendernos al atacar las guitarras solistas de “Big Bang”. No me extenderé en halagos. Es un crack. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo.

Hoy comenzaremos la jornada después de comer y seguiremos con teclas y guitarras. Os aseguro que va a quedar un disco brutal. Me gusta mucho, mucho. Quedan muchas dudas, muchos vaivenes, muchas decisiones, pero sé que va a valer la pena. Prometido.

Gracias por permitirme vivir momentos como este.

Joel Reyes



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